Hemorroides: ¿Qué debe saber?

La enfermedad hemorroidal es muy frecuente. Tres de cuatro adultos la padecen. Las hemorroides son glomus arteriovenosos ubicados en el ano y parte inferior del recto. Estos glomus son fisiológicos y cumplen con la continencia fecal fina, evitan la pérdida de materia fecal líquida y gases en forma involuntaria.

Cuando los glomus vasculares se agrandan por diversos motivos se transforman en enfermedad hemorroidaria y dan síntomas y complicaciones.

Los síntomas son sangrados rojos brillantes con la evacuación de las heces, prurito anal, dolor anal o tumefacción anal.

Las hemorroides pueden ser internas (ubicadas en el conducto anal) y externas (fuera del conducto anal, en la puerta del ano). Las internas tienen diferente graduación: I, II, III y IV grado. Estas últimas son las más grandes, y se encuentran prolapsadas por afuera del ano.

Pueden tener complicaciones con:

  • Anemia (por la pérdida reiterada de sangre).
  • Trombosis anal (aparece bruscamente un nódulo doloroso, duro, azulado en el ano).
  • Fluxión hemorroidal aguda con tumefacción anal dolorosa, inflamación, humedad y dificultades evacuatorias y el estrangulamiento hemorroidario.

Las causas más comunes son: heredofamiliares, embarazos, trabajo de parto difícil, constipación, diarrea, obesidad, otros.

El diagnóstico médico se hace por el examen clínico proctológico. Con videorrectosigmoideoscopia. Si el paciente tiene otros síntomas, se deben realizar estudios más completos para descartar otras enfermedades.

El tratamiento varía según el estado de la enfermedad y sus complicaciones. Desde tratamiento médico con antibióticos, antiinflamatorios, baños de asiento, pomadas, etc. Hasta la cirugía tradicional.

Los procedimientos mini invasivos son útiles como la ligadura por banda elástica; Escleroterapia; Coagulación por I.R. Lasser o bipolar; Bisturí ultrasónico; Engrampamiento.

La prevención de la enfermedad y sus complicaciones son: dieta rica en verduras y frutas, sin picantes ni condimentos; Ejercicios físicos; Higiene anal adecuada; No usar papel higiénico; Evitar la constipación o diarreas; Usar cremas antiinflamatorias, entre otras.

Es importante saber que la sangre que vemos en la materia fecal no siempre es de origen hemorroidario. Muchas veces es originada en un cáncer de recto, colon o de otras enfermedades gastrointestinales. La consulta médica es obligatoria.

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